Los termómetros son uno de los utensilios que más recientemente se han incorporado a nuestras cocinas. Su uso está muy recomendado para mantener la comida a su temperatura ideal y es muy utilizado en los comercios dedicados a la hostelería, ya que permite mantener cada plato a su temperatura ideal y evita lesiones por quemaduras en lengua, encías y paladar. Sin embargo, debe mantenerse bajo unas estrictas condiciones de higiene y desinfección, ya que va a entrar en contacto directo con los alimentos que vamos a ingerir. Para que sepas cuál es la manera correcta de guardarlos y evitar que acumulen gérmenes y suciedad, vamos a darte las pautas necesarias para que sepas cómo limpiar y desinfectar un termómetro de cocina.
Aíslalo de la humedad
Empecemos por lo elemental: los termómetros deben almacenarse completamente secos, sin restos de agua ni humedad en su superficie para evitar la proliferación de moho y hongos que impidan utilizarlos en la siguiente remesa. Además, nunca debes guardarlos recubiertos por trapos o servilletas para acelerar su secado, ya que puede que generen el efecto contrario y se conviertan en el lugar ideal para el crecimiento de agentes patógenos que solo necesitan de una ínfima cantidad de agua para sobrevivir. El recubrimiento de muchos de estos termómetros es de plástico, un material que no se lleva nada bien con el agua, el calor ni la suciedad acumulada.
Retira la suciedad incrustada
Las superficies plásticas y metálicas son el terreno perfecto para que bacterias florezcan y se multipliquen, convirtiendo en utensilios inservibles cualesquiera que hayan entrado en contacto directo con las superficies contaminadas. Antes de proceder a lavarlos adecuadamente debes retirar los restos de comida de su superficie, algo fundamental para evitar el crecimiento de bacterias y larvas de insectos. Una servilleta de papel desechable o similar hará su papel a las mil maravillas.
Nunca los sumerjas en desinfectantes ni abrasivos
Está muy extendida la creencia popular de que sumergiendo algo en un producto de limpieza, sus efectos se potencian. Normalmente esto no es así, puesto que los químicos están diseñados para actuar en los minutos inmediatamente posteriores a su aplicación. Por tanto, sumergir los termómetros de cocina en detergentes, lavavajillas y demás productos químicos es una pésima idea. Además, corres el riesgo de que el olor del producto penetre en la superficie del termómetro, desprendiendo un aroma repulsivo en las semanas posteriores a su aplicación, algo que podría tener un pase si no estuviéramos hablando de utensilios de aplicación directa en la comida.
Tus mejores amigos, el agua y el jabón
Servir un exquisito plato a su temperatura perfecta es todo un arte y permitirá al comensal disfrutar de un sabor con todos sus matices. Pero la misión no ha terminado ahí: hay que limpiar el termómetro de la manera adecuada. ¿Cómo? Tal y como sostiene el equipo de profesionales especializados en la comparación de termómetros de cocina y complementos culinarios termometrodecocina.com, portal digital centrado en la elaboración de guías comparativas con los mejores termómetros de cocina que puedes encontrar actualmente en el mercado, la manera más sencilla de retirar la suciedad de un termómetro de cocina tras su uso es aplicando agua y jabón. Esta mezcla es capaz de retirar más del 99% de la suciedad total acumulada desde el último uso, por lo que su eficacia es prácticamente total.
No es lo mismo limpiar que desinfectar
Hay que tener en cuenta que una cosa es llevar a cabo la limpieza del termómetro, y otra muy distinta desinfectarlo. Dado que va a entrar en contacto directo con la comida, es fundamental que tras su limpieza se apliquen agentes desinfectantes que esterilicen su superficie y permitan realizar nuevas aplicaciones sobre platos nuevos. Lo ideal es utilizar una pequeña toalla humedecida con alcohol, de una graduación mínima de 70º. En cuanto la toallita se encuentre alcoholizada, pasar por toda la superficie del termómetro que ha entrado en contacto con la comida y dejar secar al aire libre. De esta manera, el alcohol se evapora y se eliminan al mismo tiempo restos de humedad en su superficie, dejándolo en perfectas condiciones para volver a utilizarlo en próximos platos.
Es conveniente guardarlo en un cajón que cuente con acanaladuras o separadores que le permita estar separado de otros utensilios que, seguramente, no hayan sido desinfectados de la misma manera. Por ejemplo, mangos de cuchillos, abrelatas o sacacorchos son algunos de los accesorios de cocina más utilizados y que almacenan gran cantidad de patógenos en su superficie, lo que conviene evita a la hora de mantener esterilizado el termómetro de cocina. Por suerte, esto se puede conseguir fácilmente con un papel de cocina que actúe de soporte, una cajonera con espacios dedicados a cada utensilio o una pequeña percha de cocina donde colgarlo y mantenerlo seco y al aire libre.